miércoles, 5 de noviembre de 2008

Obama

De las múltiples y variadas reflexiones que la elección de Obama como presidente de los Estados Unidos provoca, me quedo con una: La importancia histórica que tiene el hecho de que un negro haya llegado a la presidencia de un país donde los problemas raciales forman parte destacada, no solo de su joven historia, sino de su candente presente. Mucha ha tenido que ser la ilusión levantada, muchos los problemas y agobios de los ciudadanos americanos, para que hayan dado un paso que muchos pensaban, (pensábamos), que al final quizás no se entreverían a dar.
Tiempo habrá para ver que la elección de Obama, no solo no supone la llegada de la izquierda al gobierno americano, sino que tampoco supondrá cambio notable en el contexto internacional (probablemente si en el contexto norteamericano). Tiempo habrá también para comprobar cuanto de marketing político y cuanto de solidez política hay detrás del candidato que ha sido capaz de ilusionar, y de que manera, al pueblo americano; pero creo que ahora, hoy, estas incertidumbres no deberían pesar a la hora de valor la enorme trascendencia que, no solo para los norteamericanos, tiene la elección de un negro como inquilino de la Casa Blanca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, templemos un poco el entusiasmo. Hace tiempo que en EEUU el color de piel es más una cuestión socioeconómica que racial. Hay negros y negros, como bien muestran algunas pelis de Spike Lee, donde critica esa diferencia entre quienes son negros-negros (racial y socialmente) y quienes son negros-blancos (negros en lo racial, blancos en lo social), y cómo éstos últimos defraudan a los primeros.
Lo de Obama, más allá de otras consideraciones, es un buen lavado de cara para la democracia americana, que había tocado fondo con Bush. A partir de ahí, como dices, no esperemos grandes cosas del nuevo presidente.