La liberación de los tripulantes del pesquero Playa del Bakio, al parecer, tras el pago del rescate a los piratas, la presencia de Alonso en el Gran Premio de Montmelo, la posibilidad de que el Madrid se proclamara campeón de liga, son algunas de las noticias que han robado espacio y protagonismo en los medios de comunicación al trágico incendio que ha acabado con la vida de 55 trabajadores (mujeres y niñas entre ellos) de una fábrica de colchones en Casablanca (Marruecos) y, sobre todo, a las condiciones del local que han impedido la fuga de quienes allí desarrollaban su trabajo: Puertas bloqueadas y ventanas con rejas para impedir, según indica el comandante regional de protección civil, robos de materias primas.
Por supuesto, hay que husmear entre algunas noticias de agencia, para encontrar referencias a las condiciones laborales en las que desarrollaban su trabajo los 400 asalariados de la fábrica: Ausencia de alta en la seguridad social, salarios de 350 dirhan (30 euros) semanales, subcontratas, menores, etc. De la empresa, solo se da el nombre: Rosamor Ameublements, sin ningún dato que permita seguir una pista que, seguramente, llevará a alguna empresa europea que, aprovechando las condiciones que el país alauita ofrece, ha deslocalizado su actividad.
A partir de ahora, al comprar un colchón o acostarnos en la cama de un hotel, habrá que mirar debajo por si hay alguna mancha de hollín del incendio, o de sangre marroquí, o alguna etiqueta del tipo “made in Morocco”.
Por supuesto, hay que husmear entre algunas noticias de agencia, para encontrar referencias a las condiciones laborales en las que desarrollaban su trabajo los 400 asalariados de la fábrica: Ausencia de alta en la seguridad social, salarios de 350 dirhan (30 euros) semanales, subcontratas, menores, etc. De la empresa, solo se da el nombre: Rosamor Ameublements, sin ningún dato que permita seguir una pista que, seguramente, llevará a alguna empresa europea que, aprovechando las condiciones que el país alauita ofrece, ha deslocalizado su actividad.
A partir de ahora, al comprar un colchón o acostarnos en la cama de un hotel, habrá que mirar debajo por si hay alguna mancha de hollín del incendio, o de sangre marroquí, o alguna etiqueta del tipo “made in Morocco”.