Con extraordinaria puntualidad, Aitor, primer vástago de mi hija Sara y de Victor, vino al mundo el 8 de julio. El parto largo y doloroso, como corresponde a una primeriza, aunque afortunadamente sin complicaciones. Finalmente, gracias a nuestra Mayte chica, pude estar donde quería: cerca de ellos, pero sin pisar terreno que no me correspondía. Guardo para mi dos imágenes de Sara; una cuando tras dos horas de dolor la trasladaban a la zona de paritorio donde la acompañó Victor. La segunda cuando en la puerta del paritorio, con su niño ya junto a ella, me buscó con la mirada entre el maremagnum de abuelos/as.
El comentario generalizado es que el niño es muy bonito, sin que las abuelas (el niño tiene tres) disputen parecidos difusos. Para mi lo importante es que tanto Sara como él están bien.
El padre, en uso de sus atribuciones, decidió llamarle Aitor. Es público y notorio que no me gusta el nombre, pero acato su decisión (que remedio). Ya veremos como le llamo.