martes, 30 de julio de 2013

ERE SINDICAL


Peliagudo el asunto del ERE en la UGT de Extremadura; lo cómodo sería ignorar el asunto y no opinar; sin embargo creo que hay que mojarse.
Primero, unas consideraciones sobre la financiación de los Sindicatos, un asunto sin resolver en nuestro país.
Cuando se debatió y aprobó la Ley Orgánica de Libertad Sindical, allá por 1985, se trató de regular el canon sindical, -sistema de financiación sindical existente en aquella fecha en países del centro y norte de Europa, mediante el cual los trabajadores no afiliados contribuyen al sostenimiento de los Sindicatos, que representan y defienden los intereses generales de los trabajadores, estén o no afiliados-. Quienes en aquella primera legislatura de mayoría socialista éramos parlamentarios en representación del  PSOE y dirigentes en la UGT, intentamos que la Ley plasmara algo que sabíamos vital para el futuro sindical en nuestro país y que aseguraría la independencia económica de los sindicatos. No fue posible; al PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, - con Almunia de Ministro de Trabajo y mayoría absoluta en las Cortés Generales-, le tembló el pulso y no se atrevió a llevar a la Ley el canon obligatorio, quedando el asunto difuminado en un canon voluntario que, lógicamente, no ha tenido alcance alguno y que se ha intentado sustituir por otro tipo de mecanismo, como el utilizado en los famosos EREs andaluces, estableciendo una compensación económica para los Sindicatos que negociaban los Expedientes y conseguían apoyo público para los mismos.
La falta de mecanismos estables de financiación, y la insuficiencia de las cuotas que pagan los afilados, ha llevado a que fuesen los fondos públicos los que suplieran las carencias económicas de los Sindicatos que, reitero, defienden los intereses del conjunto de los trabajadores. Las subvenciones institucionales, la gestión de proyectos y programas formativos, la participación institucional, etc., han sido alguno de los instrumentos utilizados para derivar hacia los Sindicatos la necesaria financiación, generando una dependencia que, a la larga, están pagando, y algunos vicios indeseables que han contribuido a deteriorar la imagen de los Sindicatos de clase.
Si a esto añadimos que la antaña militancia sindical ha sido sustituida por una "profesionalización" de la acción sindical  mal entendida y, a veces, mal ejercida, nos encontramos con una situación propicia para que los gobiernos del PP la aprovecharán e intentarán dar el golpe de gracia a unos sindicatos que, hasta la aparición de los indignados, se habían convertido en los últimos y casi únicos baluartes que intentaban frenar el tsunami neoliberal que desde hace años arrasa Europa.
Esta, la asfixia generada por el PP y no otra, es la causa principal de la crisis económica que sufren los Sindicatos y muchas otras organizaciones sociales, que a algunas ha llevado o está llevando a la desaparición y a otras está obligando a tomar medidas similares a la adoptada por la dirección regional de UGT.

Dicho todo esto, -que explica aunque, seguramente a ojos de muchos afiliados, no justifica la decisión tomada por la dirección regional de UGT de tramitar un ERE de extinción de las relaciones laborales del 40% de la plantilla del Sindicato-, la pregunta es ¿que hacer?, o, mejor, ¿que se puede hacer?.

Cerrado el grifo de la financiación pública; reducida la aportación de los afiliados, -muchos de los cuales han sufrido en sus carnes las consecuencias de la crisis-; sin patrimonio que enajenar; vedado el acceso a la financiación bancaria; ¿qué otra solución que la reducción de gastos cabe ante esta situación? En mi opinión solo una: Recurrir a la solidaridad de la UGT nacional y de la Confederación Europea de Sindicatos para minimizar los efectos del inevitable ajuste, de forma que este no afecte tan duramente al empleo. Ya se que se mi dirá que no corren buenos tiempos para la lírica (la solidaridad) y que la crisis económica y el ajuste de cuenta de los gobiernos, están afectando con igual o más virulencia a todo el movimiento sindical, pero precisamente ahora, en los peores momentos, es cuando debe ejercerse ese principio tan consustancial al movimiento sindical.

Si esto no funciona, no queda más remedio que coger el toro por los cuernos, que en este caso son los gastos, afrontando su reducción hasta extremos sostenibles, a través de todas las medidas que sean posibles, comenzando por la reducción de las estructuras políticas y técnicas de  dirección del Sindicato, continuando por una mayor utilización de las horas y liberaciones sindicales, sin costo para el Sindicato, y, si no queda otra, reduciendo la plantilla, aunque para ello haya que recurrir a la denostada, criticada y no suficientemente combatida Reforma Laboral del PP. ¿ Contradictorio? Seguro. ¿Inevitable? Seguramente también.