miércoles, 30 de abril de 2014

Unidad Sindical

Hace casi 40 años, cuando con la Transición la actividad sindical dejó de ser clandestina, comenzó el largo camino de la Unidad Sindical en España.

Quienes vivimos en primera línea aquellos años sabemos de lo tortuoso del camino, los obstáculos que dificultaban, cuando no impedían, un proceso de unidad que los trabajadores pedían a gritos.

Para dar respuesta a los grandes retos, CC.OO y U.G.T acudían a la unidad de acción, mediante la cual se dejaban de lado las grandes diferencies existentes para aborda a través de la lucha sindical, los graves problemas que aquejaban a los trabajadores, a la clase trabajadora como, sin rubor, se denominaba entonces al conjunto de los trabajadores y sectores populares.

Los sindicatos, además de organizaciones de trabajadores, eran parte de las distintas familias en las que se organizaba la izquierda política; Sindicato Socialista, fue un apellido lucido con orgullo por la UGT, quien hacia gala de tener el mismo fundador que el PSOE: Pablo Iglesias. Sindicato comunista era la coletilla con la que se denominaba a las Comisiones Obreras, fundadas por militantes del PCE en la mina asturiana de la Camocha, aunque los dirigentes del Sindicato nunca asumieron ese apellido a pesar de la militancia comunista de la mayor parte de ellos y de los cuadros sindicales.

Los modelos sindicales también acrecentaban las diferencias. Infiltrada en el Sindicato Vertical, Comisiones Obreras apostó por aprovechar y aprovecharse de las estructuras del sindicato franquista, mientras que UGT mantuvo su lucha clandestina y, como consecuencia de ello, menos visible y presente en el seno de las empresas. Mas tarde, ya legalizados ambos sindicatos, CC.OO siguió apostando por los “órganos de representación unitarias” (Los Comités de Empresas) en los que se movían como peces en el agua, mientras que UGT apostaba por un modelo que tenia como base las Secciones Sindicales de empresa, formadas por los afiliados de cada sindicato.

La acción sindical también era distinta en aquellos años 70/80 del siglo pasado; mientras para CC.OO la acción sindical tenia como eje central la confrontación, UGT, de la mano de sindicalistas provenientes de la USO, como José Mª Zufiaur), apostaba por una acción sindical en la que primero se recurría a la concertación para pasar a la acción solo cuando aquella fallaba. Años costó que CC.OO asumiera esta doble estrategia de UGT que, en solitario, consiguió importantes avances como el original Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Libertad Sindical o los Acuerdos Nacionales sobre Empleo y Negociación Colectiva.

Eran años en los que ambos sindicatos tenían que competir por la representación de los trabajadores, en unas elecciones sindicales durísimas, que mermaban drásticamente los escasos recursos económicos de que disponían y generaba importantes confrontaciones en el seno de la empresas. Eran años de confrontación sindical, simbolizada en aquel famoso debate televisivo en el que Nicolás Redondo lanzó a Marcelino Camacho aquel: “Mientes Marcelino y tu lo sabes”.

Desde entonces ha llovido mucho; hoy ni UGT es el sindicato socialista en el que obligatoriamente militaban los afiliados del PSOE, ni CC.OO hace piña con el PCE o IU, teniendo ambos amplia pluralidad de militancia (y no militancia) política entre sus dirigentes, cuadros y afiliados; hoy los modelos sindicales apenas se diferencian ni estratégica ni organizativamente; y hoy, la confrontación sindical ha dado paso a un proceso de unidad sindical, de estrategia y de acción, que hacen a Cándido y Toxo las dos caras de la misma moneda.

Este nuevo camino unitario se comenzó a forjar entre 1.985 y 1.990, cuando las agresiones de los gobiernos de Felipe González a derechos y condiciones de los trabajadores dieron paso a las movilizaciones de 1.985, contra la modificación de las pensiones, y, sobre todo, a la primera gran Huelga General del 14D de 1.988, igualmente contra las medidas laborales impulsadas por el gobierno socialista.   

Hoy los sindicatos están siendo agredidos por tierra, mar y aire, por quienes saben, desde la derecha política, económica y mediática, que son el último bastión capaz de intentar oponer alguna resistencia ante el tsunami neoliberal que asola Europa y, especialmente, los países del Sur. Por si no fuese suficiente con el “enemigo” externo, los sindicatos debilitan su imagen por errores propios y por algunas actuaciones poco claras, hoy sometidas al escrutinio público y ciudadano. Como consecuencia de ambos factores, y de algún otro, los sindicatos se están viendo privados de los recursos económicos y humanos necesarios para abordar con mínimas garantías de éxito su importante labor.

Llegados aquí, y precisamente el 1º de Mayo, Día de la Clase Trabajadora, me permito lanzar una pregunta; un reto:

¿No es llegado el momento de abordar un proceso de debate, análisis, y consulta a los trabajadores, que permita explorar las posibilidades de poner en marcha un proceso de Unidad Sindical “constituyente” que concluya con la gran Central Sindical de Clase, capaz de ofrecer alternativas al pensamiento único y de rearmar a los trabajadores ante los cada vez mas descarados y descarnados embates de quienes están imponiendo en Europa un nuevo modelo de Relaciones Laborales y, como consecuencia, derribando lo que queda del Estado de Bienestar que nació en Europa en la segunda mitad del siglo pasado, como conquista de los trabajadores y como freno a posibles aventuras  revolucionarias?

Lanzo la pregunta y me pronuncio: Sí; es llegado ese momento.