Tras los catastróficos resultados
obtenidos en las elecciones europeas por el PSOE, nadie en dicho partido dudará
de la necesidad de abordar una renovación profunda que intente evitar que el
centenario partido siga el camino que ha llevado al PASOK griego a la
desaparición.
Tengo dudas sin embargo de que
todos los dirigentes socialistas entiendan que la renovación debe ir bastante más
allá del cambio de dirección y de rostros electorales, llegando a una clara
redefinición del proyecto político y, con él, a un giro hacia la izquierda.
Indudablemente, la renovación de
personas es imprescindible, urgente, imperiosa. Es llegado el momento de
jubilar definitivamente a quienes acompañaron a Felipe Gonzalez en la década de
los 80, y convirtieron al PSOE en el eje vertebrador de una nueva España, más
moderna, más justa y más igualitaria. Es hora de hacer descender del autobús a
quienes son un lastre en la parte trasera del mismo y, con sus movimientos,
ponen en peligro la estabilidad del vehículo. Es necesario que los Chaves, Griñán,
Ibarra, y un largo etc. en cada Comunidad Autónoma, entiendan que su tiempo
pasó y que es hora de que disfruten de un merecido retiro.
Pero esta renovación en las
personas, -que debe dar lugar inmediatamente a una nueva dirección del partido-,
es condición imprescindible pero no suficiente. Si el PSOE aspira a seguir
siendo un partido de gobierno en España, influyente en Europa, debe abordar
otras importantes renovaciones.
La principal, ideológica. En los
últimos años el PSOE ha dejado de ser referente para parte importante del
electorado de centro izquierda español, al hacer suyos los principios
económicos que han llevado a Europa a la situación actual. Recuperar las señas
de identidad de la socialdemocracia europea: Crecimiento económico;
redistribución de las rentas; fiscalidad progresiva que ponga el acento en los
impuestos directos y no en los indirectos; incremento del gasto social, etc.,
es condición sine qua non para recuperar la confianza de millones de
trabajadores españoles que han visto como el PSOE les abandonaba a su suerte,
avalando cuando no impulsando políticas económicas y laborales que les han
dejado a los pies de los caballos neoliberales que campan a sus anchas por
Europa tras arrasar el Pacto Social que hizo a Europa un continente modélico con
su Estado de Bienestar Social ahora desmantelado.
Este giro ideológico es necesario
si el PSOE quiere tener posibilidades de atraer de nuevo a esa parte importante
de la clase trabajadora que se refugia en la abstención o deposita su confianza
en viejas y nuevas organizaciones de la izquierda. Las elecciones europeas, en
España, la ha ganado la izquierda por número de votos y de diputados, pero esa
mayoría no gobernará en España si no se produce la convergencia entre las fuerzas
que la representan, y esa convergencia no será posible mientras el PSOE piense
que puede volver a gobernar arrebatando los votos más moderados al PP.
Por supuesto además de estas importantes
renovaciones de personas y de modelo, hacen falta más cosas: Apostar de verdad
por la transparencia y la democracia participativa; integrarse de nuevo en la
sociedad; recuperar la calle al lado de quienes luchan por sus derechos y
contra las injusticias….
Y recuperar Cataluña. Los grandes
triunfos del PSOE han pasado siempre por ganar elecciones en Andalucía y
Cataluña. Mientras Andalucía resiste “roja”, en Cataluña el PSOE, rendido al
PSC, no llega al 15% de los votos, como consecuencia de la desafección de su
electorado no nacionalista que abandona un escenario político en el que no se
cuenta con él. Y aquí, nuevamente, el PSOE tiene que ser radical: Romper con el
PSC, recuperar sus siglas y señas de identidad y apostar claramente por un
modelo federal en el que el Partido Socialista debería ser el garante de la
igualdad y solidaridad entre los distintos pueblos de España.
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